Las personas que condenamos los
espectáculos taurinos somos muy fácilmente tachadas de hipócritas. Hay quien
cree que estar en contra de hacer un show de la matanza de un animal conlleva
estar también en contra de otras prácticas como el uso de animales para la experimentación
científica, consumo de estos, pieles etc. No es esta una cuestión sobre la que
quiera reflexionar hoy, porque además de muy polémica no tengo los argumentos
más contundentes preparados en este momento.(no he acabado de leer a Peter Singer)
Polémicas enrevesadas a parte, lo
que nos une a todos los contarios a las fiestas taurinas, básicamente, es condenar el disfrute basado en el
sufrimiento ajeno. Algunos pueden no condenar el hecho de matar a un animal; lo
que se critica es el fin para lo que esto se realiza.
Durante el año a muchos parece
aterrarnos estas prácticas pero en estos días muchos olvidan lo que “defienden”
hasta ese momento. Y hay quien dice, “pero si yo no voy a Pamplona por los
toros, voy por la fiesta” y es que no debemos olvidar que aunque acudamos a la
ciudad por otros motivos; la fiesta de San Fermín es mundialmente conocida por
lo que todos sabemos. Nuestra presencia allí no hace más que aportar un grano
de arena a la “grandiosidad” de esa fiesta aunque no acudamos con esa intención.
Y porque no hay mayor desprecio
que no hacer aprecio.Yo no quiero tener nada que ver.
Yo no voy a Pamplona; al menos no a “San Fermines”.
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