En primer lugar, considero la aparición de partidos tales como el pirata un signo de protesta en cuanto a que los partidos tradicionales no acogen determinadas demandas que están a la orden del día y eso denota, obviamente, un fallo en el sistema de partidos. Sin embargo, el surgimiento de dichos partidos también indica existencia de movilización por parte de la ciudadanía e interés por llevar a cabo un control hacia el mundo político; lo cual es más que necesario y supone, sin lugar a dudas, un paso adelante en la democracia.
Los valores que defienden estos partidos monotemáticos pueden ser absorbidos por partidos tradicionales por diversos motivos. De este modo, muchos de los ciudadanos interesados en el tema se verán atraídos a desviar su voto nuevamente a los grandes partidos por sentirlo así de mayor utilidad. Es el caso de anteriores partidos de carácter monotemático en defensa de cuestiones como la prohibición de fumar en espacios públicos. También constan otros que siguen con otros que aun no han visto cumplidas sus demandas; como el partido anti taurino contra el maltrato animal. A pesar de perder electores, el fin por el cual el partido fue creado es recogido por otro y tiene mayores posibilidades de ser efectuado. De todos modos, existe la posibilidad de que esos partidos no tengan interés real en llevar a cabo finalmente la propuesta y tan solo la hayan utilizado para robar votos al partido monotemático. Además, los grandes partidos tradicionales tienen gran facilidad, desde su posición para desacreditar a estos pequeños de otras maneras, obstaculizando su funcionamiento y extendiendo la creencia de su inutilidad entre los votantes.
El futuro de los partidos políticos no parece ser su disolución. Ni si quiera en el caso de los tradicionales. En el mundo occidental existe una arraigada concepción de que la democracia es la mejor forma de organización y no parece posible cambiar esa idea a día de hoy. Claro que la concepción de la “democracia” que actualmente nos es trasmitida se contrapone considerablemente con la idea de democracia clásica y es más similar a la oligarquía que esta quiso combatir. Los ciudadanos hacen, además, una asociación directa entre democracia y partidos políticos. Considerándolos, muchos, como la única forma posible de representar nuestros intereses y por lo tanto, casi creyendo que la forma de participación política exclusiva es la elección de estos. Además, considero que el trabajador español medio se preocupa por ítems relacionados con el mundo laboral, vivienda etc.… y por ello se ve más atraído a votar a grandes partidos que engloban medidas referentes a esos contenidos y no a partidos en defensa de asuntos muy concretos con los que una gran parte de la población de edad media no tiene relación.
Sin embargo, en mi opinión, las nuevas generaciones pueden verse inclinadas en mayor medida a dirigir su voto hacia partidos monotemáticos como el pirata al considerarse apolíticos como consecuencia del progresivo desafecto hacia la política que se está acentuando últimamente. Se da entre la juventud un sentimiento de apatía hacia los partidos al no considerar que estos representen los intereses de la ciudadanía pero existe la posibilidad de que dirijan su voto a partidos con los que se identifican o cuyas demandas creen afectarles directamente; como es el caso del partido pirata
La conclusión que puede extraerse de lo anterior es que a pesar de encontrar un innegable descontento hacia los partidos tradicionales, no parece existir de momento una probabilidad real de que se dé lugar a un cambio en el sistema de partidos. Al menos no en España y no en los próximos años. Lamentablemente no parece posible que se retome parte del discurso ideológico y se deje en segundo lugar el instinto de conservación tan característico de los partidos actuales. A pesar de que probablemente, los partidos sigan existiendo tal y como los conocemos, la inexistencia de riesgo de desaparición no excusa su actuación. Es por ello necesario seguir realizando críticas a su funcionamiento para, al menos, aumentar la conciencia ciudadana.
Añadir por último que en gran parte es culpa de la ciudadanía este declive que vive actualmente el sistema de partidos. No se ejerce un control real sobre la clase política, a pesar de ser continuamente criticada parece que todo se queda en chismorreo, en conversaciones con argumentos vagos y la mayoría de la población no emprende una lucha activa contra el sistema. Y en el caso español, me atrevo a destacar que la indiferencia y el gusto del hablar por hablar, sin preocuparse por estar realmente informados están al orden del día; sobre todo comparando con otros países de Europa occidental. Y en parte, esta actitud, puede ser atribuida al papel de algunos medios de comunicación que ofrecen reflexiones facilonas o ceñidas al discurso de determinados partidos.
Pero bueno, esto de que el sistema de partidos es un asco y que los partidos monotematicos tienen dudoso futuro,
es tan sólo una opinion